La mente humana no es otra cosa que una entramada red de recuerdos y eyaculaciones esporádicas de impulsos nerviosos. Impulsos nerviosos, he aquí la razón por la que un cálido día de verano uno de ellos hizo que nueve meses después, un 19 de Abril entre precipitadas precipitaciones sintiese el impulso de salir del cómodo vientre materno.
Esa podría ser la razón por la que está en mi código
genético el guiarme por impulsos. Suele ser uno de los mejores consejos que dan
a la hora de afrontar la vida el “Piensa antes de actuar” o “Calcula bien tus
movimientos antes de dar un paso” impulsivamente nunca he seguido ninguno de
ellos, sin embargo puedo afirmar que mis mayores éxitos son fruto de decisiones
que tomo cuando dejo de pensar. Si te parases a pensar el noveno mes si salir
de útero o no, ¿quién hubiese salido?
Nunca he destacado en nada, nunca fui el popular guaperas
de clase, nunca se me dieron bien los deportes ni las chicas. Dale al coco, no
es difícil, esto acaba en complejo de inferioridad. La mezcla de ello junto con
mi impulsiva naturaleza hacen el cóctel de quien soy ahora.