Si me conoces bien, sabrás que nunca ha sido demasiado difícil hacerme
feliz. Me gustan los pequeños detalles, sorprender y que me sorprendan.
No suelo confiar rápidamente en las personas y para llegar a hacerlo
necesito hechos. Sin embargo una sola cosa puede hacer que en segundos la
confianza se rompa, y una vez perdida nunca vuelvo a confiar en ese alguien. Me
río en los momentos más serios y no se disimular una mentira, ni mi mal humor.
Me enfado muy deprisa, aunque se me pasa rápido. No me rindo pase lo que pase,
porque pienso que la esperanza es lo último que se pierde, supongo que por eso
de pequeño solía decir que mi color preferido era el verde. Soy muy
desordenado, pero me encanta el orden y dicen los que me conocen que a pesar de
ser mayor, aún llevo dentro de mí un niño de quince años y medio. Me encanta reír
hasta que me duela la tripa y hacer sonreír. Soy de ciencias y no se contar
hasta 100 y, aunque creas conocerme, vivirás sin saber lo que te espera
conmigo, soy impredecible. Mi paciencia puede parecer infinita pero en
ocasiones, aunque pocas, se agota. No creo en los horóscopos, pero aun así los
leo y podría contar mi vida uniendo casualidades. Soy cabezota. Normalmente
actúo y luego pienso. Siempre fui una persona familiar, y sueño con ser padre .
Me habría gustado vivir en otra época, por el tema del amor y no me gusta la
palabra demasiado cuando se habla de este.
Me llamo Pablo, pero todos me conocen como Sairus.
No soy como los demás pero tampoco quiero serlo.